Llegamos a Sant Carles de la Ràpita el sábado a mediodía Marta y yo, dónde nos juntaríamos con toda la expedición del Jovent 79.
Tras una buena comilona con Salva y Mireia, un buen paseo y muuuuchas risas y batallitas, vamos al apartamento a descansar un ratito antes de ir al breafing de las 19h. Allí no dijeron nada interesante, sólo que los 3000 metros de natación empezaban en una boya situada a 150 metros de la arena, hasta la que había que correr (si no querías ser arrollado), una vez se diera la salida, desde la arena, faltaría más. Ya me dieron la alegría del fin de semana, si los 3000 no eran suficientes, 300 metrillos más de correr por el agua que nos iban a poner los isquiotibiales a la altura de las orejas.
Tras una super cena de equipo y preparar todo el material de la carrera, vamos a la cama. Me cuesta bastante coger el sueño, y es que aunque lo llevo por dentro, tengo una mezcla de miedo y ganas de salir a darlo todo increíbles.
Como ya sabéis los que más me conocéis, he pasado las dos semanas previas a la carrera con problemas físicos y de salud (no precisamente un resfriadillo), y en ese tiempo a penas he podido entrenar, así que tocaba cerrar los ojos y confiar en todo lo entrenado los meses previos.
Suena el despertador a las 5:57 (una de mis manías, que la hora del despertador nunca acabe en 0 ni 5), aunque me regalo diez minutos más en la cama pensando si me queda algo por preparar. Soy el primero en llegar a la cocina y empezar a preparar el desayuno, pero Oscar y Cristian aparecen en seguida. Desayunamos entre alguna risa y algún comentario tipo "no veas que palo meterse ahora al agua..."
Nos juntamos con el resto del equipo y a las 7:20 ya estamos dejando la bici en boxes y enfundándonos el neopreno. Hace un día perfecto, mar plano, poco viento y una temperatura ideal.
Saludo a Sergio, Meri, Dani, Sergi, Antolí, Jordi, etc y nos dirigimos hacia la salida.
El recorrido de natación es sencillo, un triángulo de 1500 metros al que debemos dar dos vueltas, eso sí, tras correr esos malditos 150 metros, primero hasta la boya y luego hasta boxes.
Me coloco en tercera fila junto a Sergi y se da la salida. Somos 400 personas corriendo con el agua por la rodilla, hay empujones, agarrones y alguna caída, y todo eso sirve para alargar un poco el grupo.
El segmento ciclista consiste en un tramo de enlace de unos 2 kilómetros, y un circuito de 28 kilómetros al que daremos tres vueltas. Totalmente llano, con poco viento e ideal para ir todo el segmento acoplado, y por supuesto, con cabra.
Pues bien, yo voy con mi bici de carretera y unos acoples largos. No hay nadie más a mi alrededor sin cabra. No me preocupa, sabía que era algo que iba a pasar y venía mentalizado, pero aún y así, es un poco frustrante. Los primeros 5 kilómetros me mantengo a cola del "grupo" que se ha formado, pero en seguida empiezan a irse y a pasarme casi todos los compañeros que habían salido conmigo del agua.
A partir del kilómetro 20, empiezo a sentir dolor en los isquios, glúteos, piramidal y lumbar. A partir de este momento dejo los acoples en las zonas con viento de culo para poder estirar y descargar un poco, pero el dolor persiste y se incrementa.
Transición rápida, me bajo a correr con Rafa, y aunque he intentado soltar los últimos metros encima de la bici, el dolor de piernas es considerable. Me dice que esto es muy largo y que no salga a correr tan rápido (qué razón tenía), pero simplemente hago lo que tenía planeado y llego al kilómetro 4 de carrera a pie a 3'57 de media.
No tiene sentido seguir corriendo tan lento y seguir sufriendo de esa manera. No quiero agravar las sobrecargas musculares que ya tengo y no poder entrenar en unos cuantos días. Mi objetivo es el Ironman 70.3 de Calella, y no quiero que eso peligre en ningún momento.
Seguramente pequé de novato, de no saber gestionarme. Pudieron influir
esas dos semanas difíciles antes de la carrera. Pudieron ser muchas cosas y nunca sabré a ciencia cierta lo que fue, pero tengo claro que yo no iba allí a ser un finisher. Me daba igual que fuese mi primer media distancia, yo quería ir rápido y hacer un buen test, y así fue. Supongo que no entiendo la competición sin arriesgar, sin jugar con el límite, y eso a veces sale bien, y a veces sale mal. Pero creo que es la única manera de sacar todo lo entrenado y demostrarme que todo lo que se sufre en los entrenos vale la pena.
Gracias a toda la gente que me animó y se preocupó por mi, sobretodo a Biola por no separarse de mi desde el momento en que paré, primero animándome y luego entendiendo que era mejor acompañarme en silencio a tirarme en el césped a reflexionar.
Siempre es duro abandonar una carrera, y aunque lo pasé realmente mal esos minutos tumbado en silencio oyendo pasar a todo el mundo por delante de mi, esta vez no me arrepiento. Si las circunstancias fuesen exactamente las mismas, volvería a hacerlo.
Como siempre, un millón de gracias a tod@s por vuestros mensajes de ánimo, comentarios y confianza, sois enormes.
Abrazos!!